domingo, 18 de marzo de 2012

Lágrima

Aunque escritos entre 1918 y 1921, junto a los poemas que vieron la luz en Imagen (1922), no fue hasta casi treinta años después que se decidió a publicarlos Gerardo Diego, en un libro titulado Limbo (1951). Estuvieron, eso, en el limbo, durante tanto tiempo porque el autor no los consideró suficientemente buenos para figurar con los otros. La modestia de tan gran poeta asombra, aparte de por comparación con las obras que se publicaban y publican, de las que no merece la pena ni leer el título, por la gran calidad de estos textos, últimos representantes de un movimiento de vanguardia: un ultraísmo más o menos sui generis (estos versos mantienen cierta rima y musicalidad, algo a lo que el poeta, también concertista de piano, parece que no pudo resistirse).
En el siglo XXI, eclosión de la imagen y la palabra unida a ella, de la informática y del código binario (sí/no), no debemos olvidar a los pioneros del hipertexto, los primeros en fusionar texto e imagen, en crear dibujos a partir de las palabras y la disposición de los versos, en traspasar el significado para alcanzar sentidos más primitivos e innatos: la vista y el oído. Seguramente, estos son los únicos poemas que pueda leer, de algún modo, un iletrado. Le van a entrar, literalmente, por los ojos.
Por desgracia, Limbo sigue siendo un libro poco accesible, aunque recientemente se ha publicado una antología que recoge este poema que ahora ofrezco.





Oasis

Más conocido, leído y recitado en su día que su hermano Antonio, la situación dio un vuelco y ahora a Manuel Machado no se le recuerda apenas si no es por unos pocos poemas clásicos de antologías escolares como el dedicado al Cid o a los cantes andaluces.
Acercarse a la obra poética de Manuel, sobre todo la más temprana, nos lleva a descubrir un muestrario de formas, luces, colores y estampas fascinantes que no merecen caer en el olvido. Si bien no trata de temas especialmente profundos o trascendentes, el esteticismo plástico y colorista de sus poemas convierten su lectura en un agradable y cómodo escape a lejanos, evocadores y cálidos paisajes en un frío, gris y monótono invierno escolar. Todos los poemas de Alma (1900) son un oasis del que he escogido esta bella imagen oriental.

OASIS

Sueña el león.
Junto a las tres palmeras
se amansa el sol. Existe
el agua. Y Dios deja un momento
que los pobres camellos se arrodillen...

Junto a las tres palmeras,
el árabe, tendido, al fin, sonríe
y suspira... Damasco
lejos aún le aguarda. Los confines
del horizonte brillan encendidos.
Un silencio terrible
llena el aire... En la arena
tiembla la sombra elástica de un tigre.