Todavía tengo presente a D. Rafael Morales (1919-2005) explicándonos la aliteración de la s en los versos encabalgados de la Égloga I de Garcilaso, en sus clases de la Universidad Complutense de Madrid:
las fieras que reclinan
su cuerpo fatigado dejan el sosegado
sueño por escuchar mi llanto triste…
Mis recuerdos son los de la pasión por la poesía, que nos supo transmitir.
Dejo aquí dos poemas suyos. Uno, sobre la vida de las palabras que, como las personas, pueden morir y quedar en el olvido.
El otro, archiconocido, sobre algo cotidiano, y sucio, como es el cubo de la basura, que en sus manos se convierte en materia poética.
José María Soler
Pretéritos
Existieron palabras
que ya nadie pronuncia,
silábicos latidos,
floraciones sonoras
del concepto,
alas del pensamiento.
Perdida la materia
que nombraron,
perdidos los oficios,
las costumbres,
quedaron sin presente,
fueron oscuramente
arrojadas del tiempo.
Yertas en diccionarios
se poblaron de ausencias,
quedaron desangradas,
deshabitadas, solas,
muertas ya para siempre
en las desolaciones
de los viejos pretéritos.
Rafael Morales, Poemas de la luz y la palabra (2003)
Cántico doloroso al cubo de la basura
Tu curva humilde, forma silenciosa,
le pone un triste anillo a la basura.
En ti se hizo redonda la ternura,
se hizo redonda, suave y dolorosa.
Cada cosa que encierras, cada cosa
tuvo esplendor, acaso hasta hermosura.
Aquí de una naranja se aventura
su delicada cinta leve y rosa.
Aquí de una manzana verde y fría
un resto llora zumo delicado
entre un polvo que nubla su agonía.
¡Oh!, viejo cubo sucio y resignado,
desde tu corazón la pena envía
el llanto de lo humilde y lo olvidado
Tu curva humilde, forma silenciosa,
le pone un triste anillo a la basura.
En ti se hizo redonda la ternura,
se hizo redonda, suave y dolorosa.
Cada cosa que encierras, cada cosa
tuvo esplendor, acaso hasta hermosura.
Aquí de una naranja se aventura
su delicada cinta leve y rosa.
Aquí de una manzana verde y fría
un resto llora zumo delicado
entre un polvo que nubla su agonía.
¡Oh!, viejo cubo sucio y resignado,
desde tu corazón la pena envía
el llanto de lo humilde y lo olvidado
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